Hace poco tuve que cambiar de coche. Tenía uno más bien de carácter deportivo, propio de la época en la que estaba en la universidad y había empezado a trabajar. Y no me quejo de él, porque la verdad es que duró muchos años, o lo que es mejor, muchos kilómetros. Tuve que cambiarlo casi con 500.000, que se dicen bien pronto. Un día iba de camino al trabajo y empezó a perder fuerza y directamente se apagó. Yo traté de encenderlo de nuevo y respondió, pero cuando lo llevé al taller para saber el origen de la avería me dijeron que el coche ya era muy viejo, que cualquier reparación supondría un gran gasto para dentro de poco tener que cambiarlo. La verdad es que les estoy agradecida porque fueron muy sinceros conmigo, algo que no me había sucedido nunca cuando iba a la casa del coche, donde, como decía mi abuelo, se ponían la bata blanca y no hacían más que cobrar para dejarlo igual.
De hecho, tengo el recuerdo de una vez que lo llevé porque hacía un extraño ruido en la zona de la rueda delantera. Fui una primera vez y me cambiaron muchísimas piezas (algunas de ellas nuevas incluso) para que luego, a la semana, volviese a sonar el ruido. Por ese arreglo pagué más de mil euros. Y cuando volví preguntando por la garantía del mismo ya que hacía de nuevo el ruido, para lavarse las manos y no hacerse responsables me dieron una curiosa respuesta: “Se trata de un ruido diferente”. Totalmente mentira. Yo no seré mecánico, pero conduzco ese coche desde hace más de 15 años y me conozco de sobra todos los ruidos y sé distinguir; sé incluso distinguir cuándo lo ha cogido otra persona diferente a mí. Pues bien, lo mandé a arreglar de nuevo y me cobraron otros casi tres mil euros para seguir haciendo el mismo sonido. En aquella ocasión acabé yendo incluso a la Oficina de Consumo, ya que ni el concesionario de mi ciudad ni su taller se hacían responsables, pero tampoco la marca desde su central en Alemania.
Por supuesto, he llegado a la conclusión de que nunca más voy a llevar un coche a la casa a que lo arreglen, ya que siempre he tenido problemas de este tipo sumados a otras situaciones en las que me decían que no había coches de cortesía para dejarme y yo los veía allí aparcados u ocasiones incluso en las que me mandaban a la sala de espera pero se olvidaban de mí. Pero también he decidido cambiar de marca de coche y comprarme ahora un Volvo.
Mi nuevo coche
No sé si conocéis el modelo, pero me he hecho con un XC60, que se trata de un coche de los conocidos como todocamino, bastante más grande que el que yo tenía y también pensado para otro tipo de vida. Si aquel era un deportivo, este es un vehículo más familiar y su amplio maletero está pensado para eso, así como para llevar a la mascota o incluso la bicicleta. Y claro está, ya he aprovechado para comprarlo de gasolina, ya que últimamente se venía comentando que los coches de gasolina diesel serían prohibidos en un futuro o penalizados con más impuestos por su alta contaminación.
Eso sí, los primeros días, por el cambio de tamaño, me costó mucho medirme en el garaje y rayé bastante el vehículo por los laterales con las columnas y con el marco de la puerta al entrar. Y hablando con un compañero de trabajo que tenía también un Volvo, me comentó este que en Madrid teníamos un taller oficial al que podía llevarlo, ya que el servicio era excelente y yo le había dicho que no quería volver nunca a la casa de ninguna firma.
Se trata de Gresalba, para todos aquellos que necesitéis un taller oficial de Volvo, y a diferencia de mis experiencias en el taller del concesionario de mi otro coche, son más que eficientes y te ofrecen una atención personalizada. Por ejemplo, en lugar de dejar allí el vehículo una vez llamé para comunicar que necesitaba arreglar la chapa del mismo, me dijeron que tomaban nota de mis datos para que yo pudiese seguir circulando y en cuanto tuvieron un hueco me llamaron para dejarlo allí y a los dos días ya lo había recogido.
Estoy especialmente contenta con este servicio y creo que nunca más voy a llevar un coche a la firma, sino a un taller oficial y externo, donde están mucho más comprometidos con la satisfacción del cliente.