Así nos fichan las cámaras de video vigilancia

Seguramente hayas reparado en alguna ocasión, bien porque te ha resultado curioso, bien porque te lo han dicho, en esas cámaras que nos observan desde lo alto de las señales de tráfico o las farolas que pueblan las carreteras. Esas videocámaras están ahí por dos razones: velar por tu seguridad y ficharte si cometes alguna infracción de tráfico. Más lo segundo que lo primero. El caso es que ahí están y, junto a los radares, son el temor de los conductores imprudentes y temerarios.

Es posible que en alguna otra ocasión, te hayas preguntado cómo es posible que la policía o estas cámaras, sean capaces de detectar los vehículos que cometen las infracciones. Tanto la DGT como la policía, utiliza  lo que se denomina cámaras de reconocimiento de matrículas para detectar a los infractores y conocer mediante el vehículo al propietario del mismo. La policía, además, dispone de software de nueva generación como Discover, la solución ideada y desarrollada para realizar la lectura de vehículos a pie de calle, desde el coche en movimiento o estacionado.

Esta potente tecnología, facilita el trabajo de los agentes de tráfico y la DGT, permitiendo una rápida comprobación de los datos en el momento. Como nos pica la curiosidad por saber algo más al respecto, no hemos dudado en indagar para redactar este artículo y conocer más detalles respecto del funcionamiento de este tipo de cámaras. Si no has reparado en su presencia, a buen seguro que, tras leer estos párrafos, observarás como están ubicadas en todo lugar insospechado como los paneles informativos, los pasos elevados o los semáforos. Desde lo alto, vigilan de forma permanente a todos los vehículos que pasan por su camino. Otra de sus funciones es velar por la seguridad ciudadana, siendo las mismas, las responsables de proporcionar toda la información relativa al tráfico y el estado de las carreteras que tan útil resulta en según qué ocasiones.

¿Una multa? ¿Cómo es posible?

Es muy probable, si eres conductor o conductora, que en algún momento de tu vida te haya llegado a la puerta de tu casa, una multa por exceso de velocidad. No tienes constancia, no te ha parado la Guardia Civil de tráfico ni ningún otro agente de la policía, pero ahí está la receta. Compruebas la ubicación y, cierto, pasabas por allí el día D a la hora H. Lo que ya no tienes tan claro es que fueras tan rápido, pero también viene detallada en la multa la velocidad que llevabas en tan fatídico momento. Es posible que solo excedieras el límite de velocidad en uno o dos kilómetros, suficiente para que te calcen la multa.

Si te ha pasado más de una vez, seguramente ya sabes a que se debe y si es la primera puede que te pille por sorpresa o también tuvieras constancia de como es posible que la DGT, tenga esa información. Tontos, tontos, no somos tanto si conducimos como si no, sin embargo no somos muy conscientes de que esas cámaras, tienen la capacidad de registrar las matriculas en  una diez mil milésima de segundo. No necesitan más para tenerte fichado. No en vano, la principal funcionalidad de estas cámaras es el reconocimiento automático de las matriculas, conocido por sus acrónimos en ingles ANPR (Automatic Number Plate Recognition) y ALPR (Automatic License Plate Recognition).

Estas maravillosas cámaras que no sacan tu cara con los mejores resultados, se dedican exclusivamente a realizar una lectura de las matrículas, siendo capaces de registrar instantáneas totalmente visibles y legibles de los vehículos que están en marcha, incluyendo lo que se mueven a gran velocidad. Esto es posible gracias a lo que en fotografía, se denomina como velocidad de obturación que, consiste en el tiempo necesario que transcurre desde que se dispara la foto hasta que se cierra el obturador que impide que siga entrando la luz por el objetivo. Mientras que lo normal para hacer una foto es una velocidad de 1/125 (una ciento veinticincoava parte de un segundo), estos dispositivos cuentan con una velocidad de 1/10000, es decir la diezmilésima parte de un segundo como ya hemos dicho con anterioridad. En ese nimio e insignificante lapso de tiempo, son capaces de capturar las matrículas a gran velocidad. Si comprobamos con una cámara normal, el resultado de hacer una fotografía a la matrícula de un coche en movimiento, podemos comprender la capacidad que poseen las cámaras de tráfico.

Esta característica tan relevante es lo que permite que estas cámaras sean utilizadas tanto para tener constancia de los vehículos que han pasado por un punto geográfico concreto en un momento concreto, como para capturar su imagen en caso de infracción. También existen cámaras ANPR móviles acopladas a los coches de la policía que incluyen todo lo necesario para hacer una detección y cotejo rápido de los datos. Para los que piensen que por la noche es más difícil ser capturado por las cámaras, nada más lejos de la realidad, para solventar los problemas adversos de la meteorología como la lluvia, la niebla, el humo, etc. o la propia oscuridad, se utilizan cámaras con tecnología infrarroja.

Cómo funciona la tecnología ANPR

Este tipo de tecnología, utiliza el aprendizaje automático para poder diferenciar las matriculas del resto de los elementos visibles que componen la imagen, como pueden ser las señales de tráfico o la publicidad que llevan rotulada algunos vehículos y la tecnología OCR (reconocimiento óptico de caracteres) permite identificar las letras y números que componen la matrícula en cuestión.

Una vez se reconocen los caracteres de la matrícula, se procede a cotejar la misma en una inmensa base de datos que permite hacer la identificación del vehículo en cuestión y obtener la información disponible sobre el mismo, desde el modelo hasta sus propietarios.

Para la detección de las matrículas es posible utilizar esta tecnología que ejecuta la función de reconocimiento dentro del mismo dispositivo o recurrir a un software específico para ANPR que analiza el video obtenido a través de un circuito cerrado de televisión. Recientemente, gracias a la disponibilidad de software de código abierto desarrollado a tal fin, es posible que todo tipo de cámaras puedan utilizarse con esta finalidad.

Como es de entender, todos los cuerpos de policía del mundo, utilizan este tipo de tecnología con la finalidad de gestionar el tráfico y detectar a los infractores. En nuestro país, la DGT ha dotado a todas las cámaras que tienen en su red, de una función extra: la detección de cinturones de seguridad. Siendo estas cámaras una herramienta utilizada para vigilancia y persecución de criminales e infractores.

Por otro lado, las empresas que se encargan de gestionar las carreteras de peaje, utilizan este tipo de caras para controlar los pagos, del mismo modo que algunas estaciones de servicio cuentan con esta tecnología. También son frecuentes en la automatización de los aparcamientos de acceso restringido. Además de que no dejan de proporcionar nuevos usos a la tecnología ANPR.

Cabe señalar que aunque cada vez cuenta con mayor precisión y aplicaciones, esta tecnología no es de reciente creación. Su historia se remonta casi cincuenta años atrás, momento en el que se desarrolla la primera tecnología enfocada al reconocimiento de matrículas de la mano de la División de Mejora Científica de la Policía británica. Esto sucedía en el año mil novecientos setenta y seis, aunque su popularización no empezó hasta los noventa. Sin embargo, hasta el año dos mil cinco no fue cuando gracias a esta tecnología, permitió reconocer, identificar y detener a tres sospechosos de asesinato.

A pesar de constituir una excelente herramienta para todo lo reseñado, este tipo de tecnología no deja de ser un arma de doble filo o moneda de doble cara: para muchos, la existencia de una infraestructura tan amplia de dispositivos ANPR debe suscitar un debate sobre la privacidad. El reconocimiento facial expone a todo el mundo a perder el derecho a su privacidad y todos somos susceptibles de pasar del anonimato a tener nombre y apellidos. Esta tecnología permite conocer la localización y rutinas de los ciudadanos, algo que puede suponer una violación de la intimidad.

Del mismo modo que la difusión y uso del reconocimiento facial, ha hecho que los más creativos busquen todo tipo de técnicas capaces de sortearlo o manipularlo, el campo del reconocimiento de matrículas, empieza a ser susceptible de generar el mismo tipo de reacciones evasivas.

Numerosas empresas trabajan para eludir estos sistemas, en tanto que otras, denuncian de manera activa el peligro que representa para la privacidad el uso negligente de esta tecnología. Hace unos años se publicó un estudio en el que se habían encontrado decenas de dispositivos con tecnología ANPR expuestos en la red a consecuencia de unas configuraciones de seguridad deficientes. Poco después, fueron halladas más de ciento cincuenta cámaras de seguridad utilizadas por la policía estatal de California y Washington que presentaban, igualmente, deficiencias de seguridad.

Las cámaras están para procurar nuestra seguridad y protección. Sin embargo, constituyen al mismo tiempo un arma de doble filo pues, vulnera nuestra privacidad y nos deja expuesto a situaciones que no somos capaces de comprender ni controlar. Cualquiera con un poco de mala idea puede acceder a esas imágenes y apoderarse de información personal.

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