Las empresas comprometidas son rentables.

Pensamos que el mundo de la empresa está ligado al beneficio contante y sonante. Que la importancia de una empresa radica en su cuenta de resultados. Lo cierto es que una empresa con valores es más estable y obtiene mejores resultados a medio y largo plazo que otra que no está comprometida. Los temas que preocupan a la sociedad deben estar presentes en la empresa.

Dicen los asesores de We are propos, una asesoría que ayuda a las empresas en temas sociales, que el impacto de una empresa en el planeta, la economía y la vida de las personas influye en su imagen pública, y en cierto modo, en su éxito.

Lo podemos ver en el revuelo que hace unos años se creó en torno a la empresa de distribución “Glovo”. Parecía una idea redonda. Por medio de una aplicación de móvil podías hacer cualquier compra o encargar la comida en un restaurante, y en poco tiempo, un repartidor te la llevaba a casa. Cuando se descubrió que la empresa explotaba a sus trabajadores con la figura del falso autónomo, y que estos carecían de derechos, la reputación de “Glovo” cayó por los suelos. Hoy sigue operando, pero desde luego, el volumen de facturación que tuvieron en un principio, no lo conservan en la actualidad.

En el lado opuesto, podemos ver como determinadas certificaciones de las empresas despiertan una gran simpatía social. Es por ejemplo el certificado “ECO”, que señala que un producto es respetuoso con el medio ambiente y que ha sido elaborado con materias primas y procesos que respetan el planeta. Como el reciclaje, el uso de energías renovables, la agricultura ecológica, etc.

El sello de “Comercio Justo”, por otro lado, señala que el producto que hemos comprado proviene del tercer mundo, pero se comercializa mediante prácticas beneficiosas para los productores. Gran parte del precio que hemos pagado redundará en los países de origen. Muchos de estos artículos sirven como motor para impulsar iniciativas de desarrollo de comunidades desprotegidas como comunidades indígenas de América o África, o para favorecer la autonomía económica de colectivos de mujeres en regiones pobres del planeta.

Normalmente, con los certificados “ECO” y “Comercio Justo” pagamos un precio por los productos superior al normal, pero no nos duele, lo hacemos con gusto. Sabemos que estamos contribuyendo con una buena causa.

Debemos partir de que las empresas forman parte de la sociedad y que, por tanto, nos son ajenas a los temas que preocupan a los ciudadanos. Estos son algunos asuntos sobre los que las empresas se deben posicionar y que repercutirá en la imagen que sobre ella tiene el público, en general, y sus clientes, en particular.

Compromiso ecológico.

El cuidado del planeta se ha convertido en una preocupación general. No en vano, lo percibimos a diario con el cambio climático. Países como el nuestro, en el que podríamos pensar que estábamos un poco al margen, nos afecta en nuestra vida cotidiana. Por los cambios que está viviendo el planeta podemos ver restricciones de agua, se reduce la producción de alimentos, lo cual influye en su carestía y vemos como la contaminación y los alimentos artificiales generan enfermedades.

En este sentido, el compromiso que adopta una empresa en cuidar el planeta y en revertir este proceso destructivo, es apreciado por la población. Muchas empresas se están esforzando por cambiar su forma de producir y por implantar una economía más sostenible. Esto se  ve reflejado en certificados independientes. Plataforma Ecológica recoge en su web los más destacados. Estos son algunos de ellos:

  • EU Organic Bio. Este certificado es concedido por la Unión Europea, tras pasar estrictos controles en todo el proceso productivo, que aseguran que el producto ha sido elaborado respetando el medio ambiente. Lo podemos ver en frutas, verduras, quesos y hasta vinos.
  • Consejo Catalán de Producción Agraria Ecológica (C.C.P.A.C.). Este certificado lo concede una agencia certificadora dependiente de la Consejería de Agricultura y Alimentación de la Generalitat de Catalunya. Indica que en la producción del bien no se han empleado fertilizantes ni pesticidas químicos, y que la carne de los animales, provienen de especímenes alimentados de forma natural, sin piensos artificiales.
  • Ecolabel. Este es otro certificado concedido por la Unión Europea. Lo podemos ver en productos alimenticios, artículos de limpieza y hasta en alojamientos hoteleros. Indica que la práctica de la empresa es respetuosa con el medio ambiente.
  • S.H.C. Lo concede una agencia de certificación privada española especializada en asuntos medioambientales. Se llama Sociedad Hispana de Certificación S.A. Su sello tiene valor internacional y es equiparable al certificado N.O.P. de Estados Unidos.
  • W.W.F. Este es un certificado otorgado por la O.N.G. internacional Word Wildlife Fund que lleva luchando por la protección de la naturaleza desde los años 80. Sus certificados abarcan diferentes áreas como F.S.C. (que versa sobre la reforestación de los bosques), M.S.C. (que trata sobre el cuidado de mares y océanos) y R.S.B. (que acredita el empleo de materias primas naturales regeneradas).

Igualdad de género.

La igualdad entre hombres y mujeres es otro de los asuntos que preocupan a nuestra sociedad. Las mujeres representan más del 50% de la población. En los últimos 40 años hemos asistido a su incorporación masiva al mercado de trabajo; sin embargo, esta no se ha dado en igualdad de condiciones.

La lucha de muchas mujeres ha conquistado grandes avances sociales. Hoy, la defensa de los derechos de la mujer es un movimiento masivo. Gracias a ello, poco tiene que ver las condiciones de vida y trabajo que tenían nuestras madres y abuelas con cómo viven las mujeres en la actualidad. A pesar de ello, aún queda mucho por hacer.

El sindicato Comisiones Obreras subraya que en nuestro país hay una brecha salarial del 24%. Entre mujeres y hombres que tienen una misma categoría profesional, las mujeres cobran de media un 24% menos que sus compañeros varones.

A las mujeres se les ha incorporado a sectores económicos con un menor valor añadido, como el comercio y los servicios; restringiendo su acceso a otros más productivos como la industria y la investigación. Sectores donde hay una mayor temporalidad y precariedad laboral.

Por otro lado, según la Encuesta de Población Activa (E.P.A.), el 73% de los contratos de trabajo a tiempo parcial que se firman en España afectan a mujeres. Existe un serio problema en la conciliación de la vida laboral y familiar. Socialmente, sobre las mujeres sigue recayendo la parte principal del cuidado de los hijos. Por regla general, cuando en una pareja alguien tiene que sacrificarse en pro de la familia, en la mayor parte de los casos, quien se responsabiliza es la mujer, aunque esto vaya de detrimento de su carrera profesional y de su independencia económica.

Por estas razones, cualquier medida que tome una empresa a favor de la igualdad de género será bien vista por los trabajadores y por sus clientes, aumentando la productividad y las ventas.

Condiciones laborales.

Sabemos que cuando vienen las vacas flacas, los primeros que nos apretamos el cinturón somos los trabajadores. Esto se traduce en congelaciones salariales, alargamiento de las jornadas laborales y, a menudo, en un aumento de los despidos.

Los empresarios se quejan de que las crisis también les afectan a ellos. En cierta medida, tienen razón, pero lo cierto es que los abusos laborales tienen mala prensa y terminan afectando a las empresas que los practican.

En el año 2016 la cadena de bares “El olivo” que trabajaba en la isla de Mallorca, fue denunciada por explotación laboral. Sus camareros trabajaban una media de 10 horas diarias durante 6 días a la semana. Llevaban más de 2 años sin cobrar las horas extra.

Las horas extra se supone que corresponden a una situación extraordinaria como puede ser un aumento puntual de la demanda. En esta cadena era costumbre. De esta forma se ahorraba tener que contratar más personal. Lo peor de todo es que esas horas no se pagaban.

Cuando la denuncia a la cadena transcendió a la opinión pública, disminuyó radicalmente su número de clientes, por lo que tuvo que ir cerrando algunos locales, a pesar de que la mayoría de ellos estaban localizados en áreas transitadas como la Avenida Alemania, en Palma de Mallorca, al lado de Plaza España.

Existen más compromisos sociales que puede contraer una empresa, como apoyar la investigación científica o fomentar la vida cultural, el deporte y la vida social del lugar donde se encuentra enclavada. De todos modos, esta política debe ser natural, no puede obedecer a una operación de marketing. La gente lo descubriría y terminaría dándole la espalda a la empresa.

Las empresas tienen alma y esta se corresponde con los intereses y la filosofía de sus directivos. Una empresa que solo se guía por hacer dinero rápido y de cualquier manera, suele estar dirigida por personas sin escrúpulos. Mientras que otra que apoya los productos locales es porque sus directivos están preocupados por el desarrollo económico de la zona y no solo del suyo propio.

Una empresa comprometida con la sociedad y con el planeta se ganará el apoyo del público y eso repercutirá en sus resultados.

 

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