Lo necesario para abrir una clínica dental

Estudiar una carrera como odontología, quiere decir que quieres dedicarte a esta profesión, sea como sea. Todas las especialidades médicas, indican que los estudiantes quieren convertirse en profesionales de su rama y dedicarse a ello a nivel profesional. Sucede con casi todas las carreras, eso es cierto. Sin embargo, en el amplio campo de la medicina, existe mayor predisposición a ejercer de algún modo. Concretamente la odontología, suele ofrecer mayores salidas laborales, puesto que existe la posibilidad de trabajar para otros, montar un consultorio propio o recurrir al franquiciado.

En este post, queremos hablar sobre lo que se necesita a la hora de abrir una clínica dental. A parte de necesitar una cantidad económica nada desdeñable, puesto que no resultan baratas de montar, existe una legislación que hay que tener muy presente y con la que hay que cumplir. Además de tener que tomar una serie de decisiones sobre el tipo de clínica que se quiere poner. A la hora de iniciar un proyecto empresarial en el ámbito de la odontología, lo primero que hay que tener claro es si se quiere ser autónomo o formar una sociedad.

Aunque parezca un detalle carente de importancia, esta decisión, afecta de forma significativa al funcionamiento, la gestión y éxito de la clínica dental. Tanto como lo hace a nivel fiscal y legal. Elegir entre convertirse en un trabajador autónomo o constituir una sociedad, conlleva numerosas implicaciones, por lo que es fundamental conocer tanto las ventajas como las desventajas de cada alternativa. Al menos el Dr. Jaime Clavero experto en implantes y cirugía oral, así nos lo ha hecho saber, como profesional de la odontología y propietario de su propia clínica. A continuación, vamos a abordar las principales diferencias que supone trabajar como autónomo o gestionar tú propia clínica dental como sociedad.

Implicaciones de ser autónomo

Ser autónomo, como en cualquier tipo de sector, significa trabajar por cuenta propia, asumiendo toda la responsabilidad, a nivel de gestión, fiscalidad, administración y legalidad. Este tipo de estructura, puede ser la ideal para los dentistas que quieren contar con mayor independencia a la hora de gestionar el negocio, pero no hay que olvidar que implica asumir riesgos y compromisos.

Las ventajas que ofrece la autonomía, son de diversa índole. Desde la gestión, más simple hasta el pago de los impuestos, o una menor inversión inicial. Se autónomo, permite gestionar con mayor simpleza y rapidez una clínica dental. Basta con darse de alta en la Seguridad Social y Hacienda, lo que se reduce a muy pocos trámites, menor complejidad a la hora de administrar el negocio, sobre todo en comparación con la constitución de una sociedad.

Al mismo tiempo, se requiere una menor inversión inicial. Para ser autónomo no es necesario realizar una inversión inicial significativa para constituir el negocio, al contrario que sucede en una sociedad. Por lo que se trata de una opción adecuada si no se dispone de muchos recursos económicos. A la hora de tomar las decisiones, existe una mayor flexibilidad. No hay que dar cuentas a nadie, puesto que eres el único responsable del negocio, pudiendo gestionar la clínica conforme a tus preferencias, sin tener que consultar a otros socios o accionistas.

Respecto a los impuestos, se simplifican. Tributan en el IRPF y no por el impuesto de sociedades de mayor complejidad en su gestión. En el caso de tener ingresos limitados, las tasas del IRPF son más ventajosas en los primeros años.

Estos aspectos junto al control absoluto de todo lo concerniente a las decisiones respecto a la clínica, son las ventajas que proporciona ser autónomo. Desde la gestión de los tratamientos hasta las estrategias de marketing, pasando por el trato con los pacientes, son exclusivamente de tú dominio.

Vistas las ventajas, toca pasar a los aspectos menos positivos que implica ser autónomo, a la hora de montar una clínica dental. Del mismo modo que se tiene todo el control, se adquiere una responsabilidad total. Es decir, ilimitada. Lo que supone una de las mayores desventajas, puesto que en el caso de que se produzcan problemas de carácter económico o deudas, los bienes personales pueden verse afectado. No existe separación legal entre bienes personales y lo concerniente al negocio.

Las cargas fiscales son más elevadas en el caso de que se produzcan ingresos elevados. Si bien hemos comentado como ventaja el IRPF ventajoso en caso de bajos ingresos, en el momento que la clínica genere ingresos significativos, las tasas del IRPF serán mayores.

El hecho de ser autónomo, conlleva una mayor responsabilidad, de hecho, tan absoluta como la libertad para tomar decisiones. Lo que incluye todo lo relativo a los aspectos clínicos, administrativos, financieros y fiscales. Esta carga de trabajo puede ser considerable y apartarte de lo que en realidad quieres hacer, que es tratar a los pacientes como merecen.

Por otro lado, en ciertos sectores, la figura de autónomo se percibe como menos profesional o consolidada como puede estarlo un dentista que trabaja en una sociedad. Esto puede influir en la percepción de los pacientes potenciales, sobre todo en aquellos sectores más competitivos o en el caso de transmitir una imagen corporativa.

Lo que conlleva la sociedad

Lo primero que debemos saber es en que consiste una sociedad. Se trata de una entidad legal independiente de los socios que la componen. Esto quiere decir que, a diferencia de los autónomos, los propietarios tienen una responsabilidad limitada, lo que protege el patrimonio personal de cada uno de los socios, ante deudas o problemas legales. Dentro de la forma jurídica de la sociedad, existen varios tipos, siendo en el campo de la odontología, la Sociedad Limitada, la más común.

Dentro de las ventajas que supone la creación de una sociedad, la principal, es la responsabilidad limitada de la que hablábamos. A diferencia de lo que sucede con los autónomos, que van con todo por delante, en una sociedad, la responsabilidad de cada uno de los socios, se limita al capital aportado. Lo que implica que en caso de que se produzcan problemas económicos o legales, el patrimonio personal, queda protegido, afectando solo a los activos de la empresa.

Otra de las ventajas que supone montar una sociedad, es la relativa al impuesto de sociedades, más favorable a mayor nivel de ingresos. Las sociedades tributan por el citado impuesto, el cual, cuenta con un tipo fijo. Lo que puede resultar ventajoso en el caso de que la clínica genere ingresos elevados, puesto que la tasa impositiva, puede ser más baja que la de un autónomo con ingresos similares, sujeto a IRPF.

Al mismo tiempo, montar una sociedad supone crecer y atraer la inversión. En el caso de tener planes de expansión de la clínica dental, constituir una sociedad facilita la entrada de socios o inversores. Además, con una estructura societaria se dispone de mayor flexibilidad a la hora de gestionar el capital y permite repartir los beneficios con los accionistas.

Por otro lado, ofrece una mejor imagen corporativa. Ser parte de una sociedad, permite ofrecer una imagen más solidad y profesional de cara a los pacientes, proveedores y colaboradores. La percepción de una clínica dental gestionada como sociedad, suele ser más positiva por parte de los pacientes.

Como última ventaja, citaremos la posibilidad de que se produzcan deducciones fiscales, puesto que las sociedades tienen un acceso mayor a diferentes deducciones fiscales y beneficios, en comparación con los autónomos. Esto puede suponer un ahorro significativo en los impuestos, sobre todo cuando nos encontramos con una clínica en crecimiento y con importantes costes de inversión en tecnología, marketing y publicidad.

En cuanto a las desventajas, nos encontramos con mayor complejidad en los trámites. Constituir una sociedad, conlleva más trámites administrativos y legales que ser autónomo. Hay que hacer el registro en el Registro Mercantil y disponer de un capital inicial, redactar unos estatutos y designar al administrador. Esto supone unos costes más elevados que los que implica convertirse en autónomo y disponer de menor flexibilidad. En el caso de que haya que tomar decisiones de importancia, las mismas deben tomarse por los socios y accionistas, lo que puede ralentizar la toma de las mismas.

Existe un compromiso de transparencia que obliga a presentar las cuentas anuales en el Registro Mercantil y seguir normas de contabilidad estrictas. Lo que implica tener que mostrar una mayor transparencia y una mayor carga a nivel administrativo.

Teniendo todo esto presente, a la hora de optar por montar una sociedad o convertirse en autónomo cuando se va a abrir una clínica dental, hay que tener en cuenta algunos factores como los siguientes: el tamaño y la proyección de la clínica; los ingresos actuales y futuros; los riesgos y la responsabilidad; la imagen y la percepción de los pacientes.

En consecuencia de estos aspectos es más fácil determinar si resulta más conveniente montar una clínica, por cuenta propia y haciéndose autónomo, o por el contrario, es preferible optar por una sociedad. Como hemos podido comprobar, cada figura cuenta con sus pros y sus contras, todo depende de las pretensiones de cada odontólogo y las posibilidades de desarrollo de su clínica. De cualquier manera, siempre existe la posibilidad de trabajar para otros y convertirse en un empleado, lo que por un lado, resulta más sencillo.

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