El control de acceso a un edificio sigue siendo tan importante como lo ha sido en el pasado. Es imprescindible que el que disfrute de unas instalaciones esté acreditado para ello, y esta acción ya no se puede hacer mediante guardias de seguridad o conserjes. Lo mejor en estos casos es la instalación de tornos de acceso que permitan regular quién entra y quién no en nuestras estancias.
Cuando el edificio es propiedad de un negocio, regular las entradas y salidas de personal es fundamental. Es imprescindible que sean los empleados o los clientes quienes tengan el acceso a las instalaciones debido a que la entrada de personas ajenas a nuestra empresa puede entorpecer la labor del personal o incomodar a los socios o abonados, lo que no nos beneficia en absoluto.
Desde que me convertí en emprendedor he tratado de cuidar bien detalles como estos. Hace alrededor de cinco años decidí abrir un recinto deportivo estrictamente privado, con gimnasio, piscina y pistas de tenis y pádel. Un club polideportivo en toda regla. El deporte es algo que le gusta practicar a muchas personas y era este el motivo por el cual tenía la sensación de que podría obtener unos beneficios muy apetecibles trabajando en ello.
No obstante, durante los primeros meses de su existencia, el club padecía algunos problemas que era necesario extirpar cuanto antes. Uno de ellos guardaba relación con lo que os comentaba previamente acerca de los accesos. En un principio, el recinto carecía de tornos que regularan dichos accesos. En su lugar, un conserje se encargaba de velar por la seguridad de los monitores y los socios y de pedir las acreditaciones para poder entrar a nuestro club.
¿Cuál era el problema? Muy simple. Mucha gente aprovechaba un despiste del conserje o un cambio de guardia para colarse en el recinto sin permiso. Una vez dentro, hacían uso de todos los aparatos e instalaciones sin ningún derecho y, por ende, impedían su utilización por parte de quienes sí pagaban religiosamente sus cuotas y no recurrían a la trampa para poder disfrutar de los fantásticos servicios que ofertábamos desde la dirección del club.
Preocupado por dicha situación, que numerosos socios ya se habían encargado de remitirme, empecé a pensar en la posibilidad de instalar un sistema de acceso más eficiente y mucho más seguro, que evitara todos los problemas descritos y que, además, no necesitara de la guardia de ninguna persona. La solución perfecta para mi cometido la iba a encontrar en Gestigym, una empresa que me proporcionaría los tornos de acceso necesarios para gestionar de mucha mejor manera la entrada y salida de gente del edificio.
Tornos eficaces… y problema resuelto
Había oído de hablar de Gestigym a un viejo amigo que copaba la Presidencia del equipo de baloncesto de nuestra ciudad y que estaba encantado con los tornos de acceso que dicha empresa había instalado para regular la entrada de gente en el pabellón. Este amigo, Javier, me había asegurado que no me arrepentiría ya que los tornos trabajaban de una manera completamente eficaz y apenas sufrían algún tipo de avería. Esto era justo lo que yo necesitaba.
Contacté por tanto con la empresa para realizar un pedido y tan solo transcurrieron unos pocos días hasta que sus profesionales acudieron al club para instalarlos. Una vez que el trabajo estuvo hecho, me comunicaron el modo en el que los aparatos funcionaban y me instaron a que, si existía algún problema –cosa muy poco probable en función de los antecedentes que registraba el producto– no dudara ni un solo momento en ponerme en contacto con ellos.
Como decía más arriba, son alrededor de cinco los años que llevo trabajando en el club y pasan de cuatro los años en los que hemos tenido tornos para regular el acceso. En todo este tiempo no hemos contabilizado ni un solo problema. Se acabó el que se nos colaran todos aquellos que no tenían su tarjeta de socio. Habíamos combatido perfectamente el problema y nuestra gente nos lo agradeció enormemente.
Termino con un dato: desde entonces, el número de abonados del club ha crecido en un 13%. ¿Casualidad… o causalidad?